miércoles, 15 de enero de 2014


Dame una mirada. Estoy caliente, te pienso y me excito. Mírame y lo sabrás. Te imagino repartiendo besos en mi cuello, chupando mis pezones, sonriéndome mientras lo haces. Te imagino ahora, antes de dormir y te pienso de una y mil formas.

sábado, 11 de enero de 2014

Otro trìo





Esta es mi historia, una de tantas que no me gustan.
Le miro y parece confiado, parece ansioso. Intento sonreír y mi corazón se oprime más, se apretuja cortándome el aire. Siento todo apretado dentro mío y, sin embargo, digo "da igual".
—Aún estamos a tiempo de cancelar todo esto—Me dice mientras me mira de esa forma extraña.
¿Cómo podría reconocer que estoy muerta de miedo? Soy orgullosa, soy testaruda y no me gusta perder. Vuelvo a sonreír y me esfuerzo en respirar. Por supuesto que el asunto sigue.
Lo miro y pienso en su cara, miro sus manos e intento no darle vuelta al asunto. ¿Cómo podré soportar que te toque alguien más, que tus manos se deslicen con la naturalidad que no deseo por otro cuerpo? Claro que siento miedo. Y  el nudo que tenía en la garganta desde que me nombró el bendito trío no me permite tragar la comida.
No me gusta nada.
No sé qué respondí. "Sigamos", "Sí, pero...", "No sé". Da igual, no me atreví a decir no. Quizás nunca te había visto tan animado en el plano sexual, me gustaba pero por dios que dolía, me ardía el orgullo extrañamente.
Ojalá alguien escribiese de las cosas malas que pasan cuando decides hacer un trío con tu pareja, ojalá alguien hubiese escrito sobre la porquería de fotografías que se quedarían guardadas ahí o simplemente el hastío por tu pareja.
Yo recuerdo haberle pedido que me preguntara al momento de que él quisiera metérselo.  Por dios que me molestaba toda esa situación, pensar en mi pololo metiéndosela a otra, en gemidos falsos, en gemidos verdaderos. Me pasé la tarde entera dándole vuelta al asunto, firme sólo por el orgullo sin la más mínima convicción de que me agradaría.
Siempre he sido tremendamente caliente, creo yo. Me gustaba, antes de pololear, la idea de swinger o tríos. Siempre me había gustado ver porno de ese tipo, siempre me calentaba la idea de tres personas culiando. Siempre pensé que, a la hora de querer a alguien, la calentura a pesar de todo iba a primar...¡Qué gran lección aprendería luego!
Cerraba los ojos y pensaba en lo malo que podría ser, ¿Querría volver a tener sexo con mi pololo?¿Olvidaría el asunto si es que no me gustaba?¿Volvería a ser todo como antes? Me preguntaba qué tan malo podía ser, qué tanto dolor se puede llegar a sentir. Sí, por supuesto que mi lado masoquista decía que estaba bien, un poco de dolor hace bien de vez en cuando.
Cuando él llegó a la tarde, nos bañamos y comenzamos  a caminar hacia la casa de esta mujer. Sentía cada vez más ganas de salir corriendo, más ganas de quedar como miedosa e incumplidora. Por más que lo intenté, y realmente lo hice, soy demasiado terca y orgullosa para retirar mis palabras.
A cada segundo quería salir corriendo, literalmente, pero cuando llegamos ya no sentí ganas de correr: sentí ganas de desaparecer.
Pierdo el interés rápidamente, con todos, ¿Perdería el interés con él?
Nos volvimos a bañar al llegar allá. Él hablaba con la Scort como si se tratara de algo muy simple, como si fuese costumbre. No me gustó, yo me sentía incomoda y realmente asustada. Incluso en ese momento sentí que no encajaba, que jamás encajaría con la idea del sexo pagado, que jamás encajaría con el trío.
Luego me sentí absurdamente fea, incluso si ella no hubiese sido lo más bonito que he visto, claro que era bonita y con un cuerpo muy bien formado. Me sentí absurda.
Claro, hablamos de algo y luego me empezó a besar. Me incomodaba el piercing que tenía en la lengua, se sentía aspero y extraño. No me gustó el sabor de su boca, sabía a desconocido...no sabía a mi pololo. Pero no me importó, era interesante volver a besar a una mujer, tocar pechos, acariciar curvas femeninas.
Pensé, por un par de segundos, que no iba a ser tan malo.
Pero luego lo vi a él, con esa cara de excitación que me pateó el estómago. Me dolió no poder ser más caritativa y decir "Si él siente placer yo también lo sentiré". No, por supuesto que no.
Ahí volvió el dolor de estómago, pero cuando él se acercó y la besó todo se derrumbó. Supe que vendría una hora entera de eso. No podía ponerme a llorar, no podía decirle que se detuviera, el orgullo incluso ahí me aguantaba. No lo volví a mirar, no pude sostenerle la mirada porque sabía que él vería en mí lo que me pasaba.
Una hora que se volvió tortuosa cuando ella se lo chupó, cuando yo se lo chupé, cuándo me preguntó si se lo podía meter, nuevamente con esa cara que me dolió más que todo. Esa cara de excitación, de ansias. Tanto que me había costado que quisiera estar  conmigo, que quisiera metérmela y, la confirmación de mi teoría, se volvía realidad. Siempre pensaba que no quería metérmela porque era fea, porque no le gustaba y sin embargo todo el tiempo me contaba las historias con putas y otras mujeres. Me dolía en el alma y en ese momento, si había pensado que no dolería más, por dios que dolió.
Supe en ese momento que no podría olvidar, no podría perdonarme esto. Da igual ser caliente, da igual querer tener sexo sucio, salvaje, tragar semen,  las amarras, los disfraces, las nalgadas, el bondage, las lluvias. Da igual, nada de lo que hubiese practicado antes en mi vida sexual me había fastidiado a tal punto de no querer tener sexo más, de no querer ver porno.
Da igual decir que él se culió a la puta. No podía mirarlo, lo escuchaba. Dos veces miré con intención y realmente nada pudo dolerme más. Primero, él poniéndoselo en cuatro y yo sintiéndome como un espectador lejanísimo (como una imagen sacada de algún recuerdo de él). No pude tener sexo en esa posición sin volver a mirar la escena de lejos y él poniéndoselo a ella.
Segundo, las dos veces que acabó. Ambas en la boca de ella, ambas sin tener nada que ver...ambas sólo pensando en ella. No podría haberlo sabido, realmente, nunca podría haberlo hecho.  Cuán estúpida me sentía, cuán sucia, cuán culpable.  Seguía repitiendome "estúpida" a cada segundo.
¿Cómo iba a volver a mirarlo? Sentía asco, realmente asco. De amar a mi pareja con tanta locura y calentarme a cada segundo con él pasé a un abismante vacío de "no lo recuerdes, no pienses en él".  No podía pensar en él sin volver a recordar esa maldita hora, ese maldito trío.
Pienso, incluso ahora, mucho en este recuerdo. Reflexiono en este trío e intento tragarlo de manera racional.
¿Por qué me dolía tanto? ¿Era acaso mi orgullo herido que me decía que quizás mi pareja no disfrutaba conmigo en la cama lo suficiente? ¿Era, nuevamente, mi orgullo recordando las formas en que sucedieron las cosas y en todas mis deficiencias? ¿Era mi corazón que me decía que había permitido que mi pololo me cagara con otra mujer y yo, para recargalo todo, verlo? ¿Era mi mente que me gritaba a cada segundo "Estúpida" por traicionar todo cuanto sentía? ¿Era todo que me pedía a gritos dolor, castigos y alejarme de él?
¿Qué me dolería más: terminar con él porque no podía volver a tener sexo con él y porque recodaba toda esta situación a cada segundo, o no volver a verlo por una decisión que yo misma tomé?
Mi corazón tuvo que dejar de gritar y mi mente nuevamente tomó el control de todo, pero sé que todo sigue ahí, enterrado sin curar, sigue ahí como un sonido distante, un grito desde la habitación de al lado.
¿Leerá alguien esto antes de hacer un trío con su pareja? Ojalá.