domingo, 10 de julio de 2011

El cine y sus ventajas





Las cosas parecían ir mal en mi vida: desde los estudios hasta los hombres. Recuerdo que fue un periodo en donde rechacé muchas invitaciones, muchas propuestas que por lo general me encantaba aceptar—En otro momento hablaré del porqué me salté esa historia que va justo en medio de esta.

No sabía qué me pasaba, o quizás, en el fondo sabía que no quería convertirme en la típica mujer ninfómana de la cual todos los hombres creen que pueden abusar. No, no quería aquello. Por orgullo...porque en el fondo también soy mujer y también tengo sentimientos.

En ese momento, descubrí que tal vez debía comenzar a aceptar que me quedaría sola, después de todo ¿Qué persona puede aceptar y comprender en absoluto lo que me pasaba? Quizás alguien con el mismo trastorno que yo, pero hacer entender a un hombre aquello...Pff, imposible.

Recuerdo que me comencé a apagar, obvio, tenía mis ganas reprimidas completamente y aquello no me estaba haciendo bien. Es por eso que acepté salir con un amigo, al cine...algo muy inocente.

Quedamos de juntarnos en el cine que estaba justo en medio de la cuidad—él vivía en un extremo y yo en el otro—, nos vimos y conversamos un rato antes de entrar a la película. Realmente es muy difícil que un hombre supla mi curiosidad o mis ganas de algo fuera de lo común. La gran mayoría quiere sexo y la otra pequeña parte quiere una relación estable por diferentes razones. Cuando lo vi, supe que él era del tipo que sólo quería sexo...me pareció bien, incluso excelente. Jamás podría haberlo tenido a él como pareja.

No recuerdo la película, pero sí recuerdo lo bien que la pasé mientras duró esa película.


Besaba bien y fue un excelente comienzo. Me rio al escribir de esta persona, no sé realmente porqué. Resultó interesante sentarme en las butacas del cine y comprobar que al lado mío estaba él, espectante no por la película, sino por mi reacción a su beso improvisado.

Recuerdo haberme reido y haber mandado a la mierda mis ganas de algo más...entendí y caí en la cuenta de muchas cosas en ese momento, quizás más allá de lo que solía llegar mi pensamiento. No podía tener nada serio con nadie porque realmente tenía miedo a la palabra "amor"—claro, en otro momento explicaré ese miedo— y me pareció lo más correcto del mundo estar con aquel desconocido en el cine.

Fue la primera vez que tuve sexo en un lugar público.

Recuerdo que entendí perfectamente la sexualidad masculina, porque por un momento me sentí con el mismo libido. Después de intentar no llamar la atención de todo el resto de la sala, cosa que fue muy difícil con él y su mano en mi entrepierna, él me dijo que iba a bajar a la puerta y que lo esperara ahí. Yo, obedientemente lo seguí.

Cuando llegamos a la puerta, me di cuenta de que había una pequeña salita justo abajo de los asientos del cine. Entramos ahí, cerramos la puerta y yo saqué mi encendedor para saber en dónde me había metido.

El lugar estaba vacío, lo cuál me pareció perfecto.

—Apaga el encendedor y ven para acá—Me dijo, mientras avanzaba al fondo del pequeño armario.

Apagué el encendedor enseguida y me acerqué a él a tientas. Lo toqué y enseguida él supo dónde estaba mi boca.

Nos besamos, justo del tipo de beso que me gusta a mí. De esos besos que te encienden aun cuando estés muriendo de aburrimiento o que te calientan a tal punto de hacer la locura que estaba haciendo en ese momento.

Dejé escapar un gemido cuando él me permitió respirar y sin preguntar en realidad, bajé mis manos a su entrepierna a aquel bulto que me estaba tocando en la cadera. Me sonreí al escucharlo gemir.

—¿Te puedes desabrochar los pantalones?—le dije, tras muchos intentos de desabrocharlos yo misma.

Supe que se estaba riendo al escuchar mi voz tan ronca y enojada a la vez.

Me hizo caso enseguida y casi automáticamente pude deslizar mi mano por entre su boxer y tocar su erección. Solté un ruido de excitación al notarlo tan duro. Lo saqué hacia afuera y lo rocé con mi entrepierna que aún llevaba pantalón. Me sentí completamente inexperta ¿Cómo se suponía que uno debía hacerlo en estos casos?

—Ahora puedes chupármelo...—me dijo él, tras recordarme en el cine con ganas de hacerlo (Mi cara, tan condenadamente expresiva, denotaba un directo interés por tener su pene en mi boca).

Yo sonreí y me arrodillé al frente de él, con la pared justo detrás mío.

Lo metí directamente en mi boca: quería sentir aquella sensación que tanto me gustaba. Lo tuve ahí, sin hacer nada, por un buen rato y luego lo saqué de mi boca. Me hubiese encantado poder mirarlo en aquel momento. Guiándome por mi lengua, comprobé todo lo que necesitaba saber en ese momento. Descubrí que tenía el frenillo realmente sensible y que le gustaba que lo metiera en mi boca mientras la apretaba.

Luego de un rato de hacerlo, él me dice que me detenga. Me toma desde la cadera y me ayuda a pararme. Me comienza a desabotonar los pantalones y a bajarlos junto con mi ropa interior.

Luego de que mi ropa quedase acumulada por completo en mis tobillos él me dijo que me agachara y me pusiera en cuatro. Hice caso inmediatamente y esperé paciente hasta que sentí sus manos nuevamente tocándome.

Hacía unas cosas maravillosas con sus dedos, pero lo que yo quería era que me lo metiese y él lo entendió rápidamente. Cuando me hizo apoyar mi cabeza contra el suelo y levantar el trasero lo hice con una obediencia y sumisión admirable. Y cuando me comenzó a penetrar supe que quizás su "amigo" era demasiado grande para mí, que recién había perdido la virginidad y nunca más había practicado mucho.

Claro que dolió, pero fue de esos dolores que no duran mucho y que son remplazados por placer enseguida. Sí, no había nada más placentero que sentirlo adentro mío, incluso pensé que perdería el conocimiento en ese momento. Fue gracioso en realidad.

Esa vez, justo antes de correrse él me preguntó en dónde lo quería. Me sonreí al comprobar que mi mente me decía que probara en la boca nuevamente. Y sin meditarlo mucho me vi recibiendo su semen en mi boca.

Esa vez lo controlé a la perfección, sin manchar nada y sin ahogarme. Me sentí realizada.

Después de arreglarnos la ropa, yo salí primero del lugar y me fui a sentar, después de un buen rato llegó él con una bebida y claro, yo estaba completamente sedienta.

Tomé bebida y luego intenté concentrarme en la película, la cual estaba terminando....

—Oye—Me dijo—¿Te puedo hacer una pregunta?

Yo lo miré y le sonreí asintiendo con la cabeza.

—¿Qué hiciste con el semen..?—Me preguntó con una sonrisa de incredulidad.

Yo lo miré nuevamente y le sonreí.

—Lo tragué ¿No es eso lo hay que hacer en esos casos?


Me miró con cara de calentura nuevamente. ¿Aquella idea lo había excitado?

—Mmm, por lo general las mujeres normales lo escupen—me susurró después de un rato.

Yo lo miré nuevamente y me sonrojé.

—Mmm, bueno, no creo ser una mujer normal—le dije mientras volvía a besarlo con una sonrisa en mis labios.

Después de aquella ida al cine, se repitieron muchas más. Llegué a "ver" toda la cartelera del cine y a entrar a películas que ya había visto antes. Me da mucha risa aquello.

Después del tiempo, aquel hombre se convirtió en un buen acompañante. La paciencia y el tiempo que me dedicó para aprender es algo realmente interesante.

Quizás sea nombrado más de una vez en este blog.